Usan mi nombre como si estuviera sentado en sus hombros todo el día y les obligara a cometer actos que, de otra manera, encontrarían repulsivos. “El diablo me obligó”. Nunca obligué a nadie a hacer nada. Nunca. Viven sus vidas. Yo no las vivo en su lugar. Y dicen que voy comprando almas, como una mujer que compra en el mercado, sin preguntarse por qué lo haría. No necesito almas. ¿Cómo puede nadie poseer un alma? No. Son de su propiedad…pero odian tener que aceptarlo…
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